Dicen que el ser humano es el
único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Yo creo que muchas
veces tropezamos dos, tres, cuatro y hasta cinco veces con nuestro mismo error.
Dicen también que nunca se sabe lo
que se tiene hasta que se pierde y, que muchas veces, no cambiamos de verdad
hasta que ya hemos perdido aquello que queríamos.
Tratan de enseñarnos que no
deberíamos cometer el mismo error dos veces. Y eso sólo provoca que nos
volvamos más exigentes con nosotros mismos y con los demás. ¿Y qué pasa si yo
me equivoco más de dos veces? ¿Y qué si yo necesito equivocarme mucho más de
dos veces para poder entender y corregir mi comportamiento?
Yo me pregunto por qué, hay
veces, que al ser humano nos cuesta tanto cambiar nuestra manera de actuar,
incluso a pesar de ser conscientes de que estas arriesgando algo que quieres.
Como si no pudieras controlarlo. Como si fuera algo tan intrínseco a tu persona
que tendrías que equivocarte hasta 1000 veces para conseguir entender el motivo
de tu comportamiento y poder cambiarlo. Edison se equivocó 1000 veces antes de
fabricar de manera correcta una bombilla, y, cuando le preguntaron, sólo dijo
que había descubierto 1000 maneras de cómo no hacer una bombilla. Supongo que
es cuestión de mirarlo con relatividad.
Quizá deberíamos aceptar el
hecho de que nos equivocaremos hasta 1000 veces para conseguir realizar algo de
la manera en la que queremos. Cada vez que te vuelves a equivocar sólo es una
forma de cómo no realizarlo. Creo que forma parte del proceso de conocerse a
uno mismo. De cómo se quiere ser o de cómo no. Y de luchar por conseguirlo. Y así, no ser tan exigentes con
nosotros mismos. Ni con los demás.
Porque, al final, tardar más en
conseguir lo que nos proponemos, no significa ser peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario