martes, 16 de abril de 2013

Querida International Family





Hace tiempo que vengo recordando, y quizás, echando de menos, todas aquellas noches sobre las que siempre hay algo que contar. Todas aquellas noches que apenas se recuerdan al día siguiente pero que son siempre tema de conversación en la mesa del desayuno.

Sí, esas. Todas esas noches. Esas en las que dices “Hoy no salgo” pero te convencen (o te dejas convencer) para salir. Las de “Hoy vuelvo pronto” pero apareces con los zapatos en la mano a las 6 de la mañana. Esas en las que te habías propuesto madrugar para ir a la Biblio pero pierdes todo el día recuperándote de la juerga porque… aún queda el Domingo.

Esas noches que crees que serán las más sencillas o aburridas. Esas que sabes dónde empiezas pero no dónde terminas. Esas que acaban siendo las mejores. Todas esas aquéllas noches en las que siempre sabías a dónde ir si querías encontrarte con todo el mundo.

Las noches de salir los martes, las de Tower Hour los jueves, las de Happy Hour los viernes. Las de beber cerveza verde el día de St. Patrick y disfrazarse de Súper Ñ por Halloween. Las de acabar bailando encima de la mesa, las de “yo nunca” y las de reírse por todo.  Las de conseguir los hielos en Hasbrouck para las copas y comprar la garrafa de tres litros de vino para el calimocho. Las de hacer pre-game en la suite de Marcello y Miguel, que llame la policía a la puerta y correr a escondernos en los armarios. Las de cantar “física o química” y caminar de noche por el lago helado. Las de los rincones oscuros en Cabaloosa y P&G’s. Las noches con las listas de reproducción llenas de temazos.

Por todas aquéllas noches.
Por todos vosotros.
Por nuestra international family.